Este cuarteto catalán de barbudo vocalista y llorosas, divertidas letras se ríe del pop romántico poniendo a los personajes de sus letras al límite del histrionismo sentimental. Se desencajan. Son pobres diablos abandonados, peripatéticos, humillados con lacerante sadismo, con surrealista hiperrealismo. Lo de la voz llorona era (y sigue siendo) una broma: “Hacemos parodia de la canción romántica”, dice M. A. “En aquella época, hace tres o cuatro años, no nos iba muy bien con las chicas y, en lugar de amargarnos, nos cachondeábamos con humor e ironía”.
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